Hoy
Renata cumple su primer año de vida fuera del vientre de su madre. Recuerdo cuando la ví por primera vez, era nada más que un conjuntito de pixelitos de un monitor monocromo, había uno que se encendía y apagaba: su corazoncito. No sé si Evelia la haya visto esa vez, creo que estaba más atenta a no mearse (recordemos que para hacerse ciertas ecografías hay que tomar bastante agua). Hoy, ese pixelito sonríe, reconoce, baila, llora... es increible.
Los festejos serán bastante acotados. Por suerte, la distancia me evitó hacer una fiesta que Renata no disfrutaría. Ayer Eve hizo la torta (esa de galletitas criollitas con dulce de leche, chocolate y avena Quaker. En este caso, las galletitas no son criollitas y el dulce de leche brilla por su ausencia y fue reemplazado por el no menos sabroso Nutella). Hoy, cuando vuelva a casa (más tempran que de costumbre) pasaré por el carrefour y le compraré un juguete, todavía sé bien qué. Por lo pronto, parece que los ingredientes de la torta le gustaron a la agasajada:

También tenemos un partido de fútbol por ver... seguramente dentro de unos años voy a poder recordar con gran precisión la fecha de este partido en el que Argentina plin plin plin Alemania.
Un abrazo. Escriban.
PS: hoy también se cumplen 21 meses de la inseparabilidad entre Evelia y Renata. Creo que nunca estuvo más de 5 horas (algún casamiento al que fuimos y tuvimos que dejara la bb con la abuela) separada de su hija.